Herejía Literaria
POR: ANDREA GUEVARA
Es un hecho que este país necesita, pide a gritos una revolución.
El único problema es que en este rincón del mundo
ya no hay revolucionarios
Guillermo Prieto Larrota (Pirry).
En un país donde sobrevive sólo el ignorante que tiene las armas, el político que más prebendas compra y el intelectual que se queda callado; un país donde la sedición ya no tiene cabida, porque las heridas son muy grandes y hay que buscar la forma de sellarlas lo mas pronto posible ya que se avecina una gangrena social que amenaza con acabar el poco orden que queda.
Un país que ya no tiene tiempo para las letras, y lo peor: "a nadie le interesa". Se han muerto los revolucionarios. El siglo XX lo único que dejó claro es que a Colombia ya no le importa la libre conciencia sino el libre mercado, sacar a flote el barco sea como sea: “así toque venderlo”. Y esto solo se hace desde los escritorios, pero no de los intelectuales, sino los de la burocracia. Un país que asesina cualquier posibilidad de cambio social y todo librepensador que quiera hacer algo por dignificar la sociedad colombiana.
Terminan siendo mucho más fuertes las armas que los ideales. A Gaitán y a Galán los asesinaron las balas de una violencia bipartidista, al M-19 la hipocresía política junto con la estrategia militar, y al Nadaísmo lo asesino la indiferencia de unos, la ignorancia de otros, quienes en su momento no entendieron lo que pasaba y terminaron por acabar con la más autentica Revolución literaria, que se ha dado en Colombia.
El Profeta Gonzalo
...¿No habrá manera de que Colombia en vez
de matar a sus hijos los haga dignos de vivir?
Si Colombia no puede responder a esta pregunta
entonces profetizo una desgracia... la tierra
se volverá a llenar de sangre, dolor
y lágrimas. Gonzalo Arango
El artífice de todo este caos fue Gonzalo Arango, un paisa desencantado, que fundó el Nadaismo como ultima esperanza de sobrevivirse. Se presume que todo comenzó una noche que se arrodilló en la paya bajo las estrellas y gritó: ¡Dios no existe! Y él respondió: ok Gonzalo, con eso basta. Éste fue solo el principio, la profunda crisis en que estaba hundido el país, adormecido por el dogma religioso y la sumisa literatura provocó en Gonzalo esa angustia existencial que marco su recorrido por el mundo. Aunque era consciente que pudo haberlo ignorado todo, quedarse en Andes, graduarse de abogado y ser feliz: "Sería tan feliz allá, tan aterradoramente feliz, pero al precio de mi alma. Desgraciadamente carezco de la hermosa virtud de preferir la felicidad al sufrimiento creador. En fin, soy así y me rindo a la fatalidad irremediable de no poderme soportar sin sentirme padecer en los infiernos del arte" (Cromos, agosto de 1969).
Su Nadaísmo se alimentó (de contrabando literario) primordialmente de las obras de Jean Paul Sartre, en especial de la novela La náusea y del ensayo filosófico El ser y la nada. También se nutre de otras vertientes, como las obras de Nietzsche, Rimbaud, Lawrence, Heidegger, Camus y Fernando González. no quizo volver con las manos vacías a su pueblo de mercaderes, Gonzalo decide que es hora de hacer algo por su vida, de hacer nada. Hace los primeros contactos. Se reúne con Alberto Escobar, "voy a fundar una cosa que se llamará el Nadaísmo", le dice, "un gran movimiento intelectual para la juventud". "Yo estoy listo", le dijo Alberto. "No, vos y yo no hacemos nada solos, necesitamos gente". Alberto se acordó de uno que había conocido esos días; enseñaba literatura en un colegio de muchachos, por la tarde, y por las mañanas servía tinto en el café de un tío suyo: Amílcar.
“Gonzalo está ahora desconcertado con la aparición del adolescente en la puerta, iluminado por la inocente bufonada del luto una talla más grande y el guante cosido sobre el corazón. Eso es el nadaísmo, se dice. Eso, no babosa filosofía libresca, discurso hueco, acidez intelectual, rebote culto, elaboración erudita, esterilidad. Cultivará la sorpresa, el desenfado y el desafío, altiva actitud, un gesto como el de ese muchacho que se atrajo a todas las miradas del Café La Bastilla cuando entró parsimoniosamente con su disfraz extemporáneo de difunto” (Eduardo Escobar).
Ya eran tres, ahora iban a alborotar los bares de la ciudad, a llenar las calles de panfletos con poesía llena de lascivia y de veneno. Y Medellín, la ciudad mas beata y trabajadora del país fue el primer escenario de este montaje teatral que prepararon los nadaístas, porque esta era una rebeldía escandalosa; la mejor manera de persuasión era hacerse notar, para que los observadores se fijaran en ellos debían gritar para ser escuchados, provocar para ser escuchados (Elmo Valencia), declaraban que Dios no ha existido nunca y que el trabajo es indigno para el espíritu. Comenzó a irradiarse el Nadaísmo en Colombia, eso que nadie supo lo que fue, si un cuerpo de ideas, un brote de locura, la poesía nueva, un fenómeno sociológico de la miseria o un perfume en una fábrica de martillos.
2 comentarios:
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