Al volver, suena el teléfono. Claudia, la secretaria, contesta con un tono de voz algo álgido. Al colgar, dice que hay que recoger un servicio en medicina legal. Tal parece que los familiares ya tienen la orden para retirar el cuerpo; los están esperando para empezar con los preparativos del sepelio. Curioso como la muerte los reúne a todos.
Mientras al joven le retiran los hilos que los forenses de medicina legal dejaron en su cuerpo, otros empiezan a bañar a la dama. Cecilia escinde el tórax como si fuese un pan para hacer perro. Bellas vísceras aquellas que extraen de allí y que luego vierten en un balde para que – en conjunción con unos fuertes químicos – formen una sopa sanguinolenta y fétida. "Hay que quemar los órganos para que estos no deterioren el cadáver", explica la tanatóloga mientras se pasa la mano por la frente. Se supone que lo demás debe ser enviado a patología, pero en esta ciudad no hay tiempo pa’ eso: o se le devuelve al muerto lo que es suyo, o simplemente se avienta a la basura, para que quizás las aves de rapiña se deleiten con ese manjar de dioses.
Retiran también la parte superior del cráneo (esta fue macheteada en medicina legal), y para la autopsia, se saca el cerebro... y hasta ahí vi yo.
Según CORPONOR, ninguna de las funerarias - ni siquiera el hospital -cumple con los requisitos mínimos de sanidad.
Y como para variar un poco de escena, me doy vuelta para observar a la anciana quien tiene aun el pelo húmedo por el buen bañito que se le dio. Las agujitas – esas mismas con las que le inyectan los líquidos requeridos para detener el proceso de descomposición – le pican el cuerpo...y yo sufro por ella. Estos liquiditos se dispersan a lo largo y ancho de su rugoso cuerpo con la ayuda de una bomba a presión.
Sus ojos están abiertos, fijos en lo límpido del techo. Pero a veces parecen estar observando a la persona que la toquetea por todo lado. Cuando terminan, se disponen a taponar el cadáver (usan cantidades enormes de algodón para tapar sus oídos, fosas nasales y recto).
Maria, la viejita, fue una mujer quien poseía esa belleza que solo la dan las canas y las arrugas. Sus familiares lo saben y fue por eso piden que sea maquillada con tonos pasteles. Hasta ellos mismos trajeron la ropa con la que querían verla descender al festín de los gusanos.
A diferencia de la anciana – cuyo cuerpo estaba libre de toda herida al ingresar a la morgue – al joven le tienen que suturar las heridas, puesto que parece un colador: su muerte fue provocada por 8 puñaladas.
Si no le remiendan su cuerpo, los líquidos se van a filtrar obviamente. El tipo éste está ya en un estado de descomposición demasiado avanzado. Burbujas orgiásticas de químicos se pasean por sus entrañas, y él, como si nada...
Una vez cosido, lo pasan al "spa" morganesco. Curioso el ver como allí se le da vida a quien no la tiene.
Al verlo ahí, explayado, vistiendo saco y corbata, durmiendo como quien no quiere despertar, cualquiera diría que esta dándose una siesta para no quedarse dormido durante la ceremonia de grado de bachiller; esa misma a la que él nunca pudo asistir, esa misma a la que su abuela, la anciana quien descansa a su lado, tampoco.
Editor: Juan Esteban Villegas
















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