¿Cuál es el mensaje?

"En la era eléctrica nos vemos a nosotros mismos cada vez más traducidos en términos de información, dirigiéndonos hacia la extensión tecnológica de nuestra conciencia" Marshal Mcluhan. La electricidad cambió los entornos, con su llegada se re-definieron los horarios de la vida y a su paso el avance de la técnica y la tecnología que con los años paso a ser indispensable para las sociedades modernas, incluso modificandolas en su estructura y en su esencia, a tal punto que ahora hablamos de la sociedad del conocimiento, un universo interconectado por los “Mass Media”, la aldea global que acabo con la identidad. “El individuo privado no se siente cómodo en condiciones eléctricas. Es demasiado cercano a los demás individuos y pierde su identidad”. (Mcluhan) Las personas se van perdiendo en estas realidades, eliminando la barrera que existe entre ellos, llenando su soledad frente a una máquina que le muestra una vida más fácil, otras maneras, mil oportunidades de construir mundos con los otros sin los conflictos que denota el contacto, pero a la vez los pone de frente a un sinfín posibilidades que no se pueden asimilar fácilmente, con el peligro de perder el en proceso, el “yo”, lo individual e indivisible del ser humano. Mcluhan era un “Sátiro” que invitaba a los públicos a lanzarse al abismo de la alienación, esta era su herramienta pedagógica. Convirtiendo el medio en mensaje, como lo profetizó hace más de treinta años, pero ¿como actuar ante unos medios que son pieza fundamental de la educación y del funcionamiento de la sociedad? Se condiciona de esta forma la funcionalidad de los actuales entornos educativos, se hace cada vez más necesaria la presencia de estas herramientas en todos los espacios y las actividades, se redefinen las relaciones sociales según las instrumentos que se utilicen, el individuo es calificado como más o menos capaz en la medida en que manipule los medios masivos y pueda interactuar a través de ellos, construyendo puentes cada vez más débiles para solventar sus carencias, la necesidad de “otro”, el otro de la relación, el otro que denota conflicto, el otro que complementa su ser en el mundo, el otro de lo social. Se es cada vez mas un sin fin de códigos y archivos organizados en carpetas y clasificados según los gustos, que están determinados por lo que muestra la ventana al mundo que designa lo que es digno de observar y lo que no, disfrazando la soledad que corroe la existencia, atenuando las carencias y llenando los vacíos frente a un aparato que muestra que todo puede ser mucho más fácil, que el “infierno no son los otros”, y que no importa lo que se diga, sino que el medio lo reproduzca y lo multiplique infinitas veces.